«No te muevas», me dijo. Sobre la pared se proyectaba una película porno.
Vi una cama redonda, un sillón, una encimera y una ducha. Todo para nosotros, pensé.
Harry comenzó a besarme mientras mirábamos la película. La mujer de antes entró en la habitación. En sus manos llevaba un juguete doble. Yo ya lo había utilizado, me dije.
«Ahora vienen», exclamó. No supe a quiénes se refería pero me dio igual, sólo esperaba que no tardasen mucho. ¡Quería empezar a jugar!
Sobre la encimera, comenzaron a saborearme los dos a la vez hasta que ella decidió probar el juguete. Comencé a disfrutar… ¡Por fin!
La mujer se subió a la encimera también e hizo lo mismo con su lado del juguete. Sobre mí, como si fuera un hombre, empezó a poseerme con un ímpetu asolador.
Después, Harry me llevó a la cama y entró otro hombre. Le pregunté: «¿Soy tu mujer, verdad?» Él asintió. Quería estar segura.
Era el momento de decidir mi propia fantasía y quería ver cómo se entregaba a las manos de otro hombre. No parecía muy dispuesto a complacerme, pero al final, accedió y disfrutó como nunca.