Cita 22 “Un Juego A Cuatro Bandas”
Cuando ya creía que no iba a aguantar más, ella puso un juguete de dos cabezas entre su sexo y el mío.
Era la primera vez que veía uno.
Harry se colocó detrás. Sentir su presencia me tranquilizaba y él lo sabía.
El juguete iba entrando en mí y en ella poco a poco. Empujó hacia mí con sus caderas y yo grité sin poder remediarlo. Después fui yo quien empujó contra ella. El baile comenzó a ser continuo y recíproco, proporcionándonos gran placer a ambas. Nos agarramos con los brazos para no separarnos y continuamos empujando una contra la otra mientras Harry susurraba frases obscenas en mi oído.
Cuando ambas nos desbordamos de placer, les tocó a ellos. Nos colocamos boca abajo y Harry nos ató juntas al cabecero con el pañuelo de seda. Me ofreció a su amigo. Sentí que entraba en mí y que mi amor se deleitaba mirándonos. Después vi a Harry entrando en ella.
La excitación aumentaba entre los jadeos ajenos y los propios. Imaginar a ambos hombres entrando en nosotras a la vez me ponía a cien. Sentir que estábamos atadas para que ellos nos degustaran fue una experiencia exquisita.
Fui la última en chillar de placer.
Cuando ya creía que no iba a aguantar más, ella puso un juguete de dos cabezas entre su sexo y el mío.
Era la primera vez que veía uno.
Harry se colocó detrás. Sentir su presencia me tranquilizaba y él lo sabía.
El juguete iba entrando en mí y en ella poco a poco. Empujó hacia mí con sus caderas y yo grité sin poder remediarlo. Después fui yo quien empujó contra ella. El baile comenzó a ser continuo y recíproco, proporcionándonos gran placer a ambas. Nos agarramos con los brazos para no separarnos y continuamos empujando una contra la otra mientras Harry susurraba frases obscenas en mi oído.
Cuando ambas nos desbordamos de placer, les tocó a ellos. Nos colocamos boca abajo y Harry nos ató juntas al cabecero con el pañuelo de seda. Me ofreció a su amigo. Sentí que entraba en mí y que mi amor se deleitaba mirándonos. Después vi a Harry entrando en ella.
La excitación aumentaba entre los jadeos ajenos y los propios. Imaginar a ambos hombres entrando en nosotras a la vez me ponía a cien. Sentir que estábamos atadas para que ellos nos degustaran fue una experiencia exquisita.
Fui la última en chillar de placer.