Cita 16 “Ofreciendo A (Tuapodo)”
«¿A qué queréis jugar?», preguntó Lou. Sacó dos vibradores y me dio uno. Me excitaba estar junto a ella y frente a ellos, sin ningún tipo de pudor.
Subí la velocidad al 2. Necesitaba más. Mi cuerpo empezó a devolverme el placer que yo misma había buscado. Harry se colocó sobre mí y yo aumenté la velocidad del juguete. Los jadeos de Lou me estimulaban. Nunca había visto a dos personas hacer el amor, me enloquecía mirar cada gesto y escuchar cada gemido.
Harry estaba tan excitado como yo y no paraba de mirarme. Cuando su amigo acabó, le dijo: «Ofréceme a (Tuapodo)». No supe a qué se refería hasta que Tom me sentó sobre sus piernas.
Me recosté sobre él y abrí las piernas colocando los pies sobre la cama. Imaginar lo que pasaría, hizo que el ansia recorriera mi cuerpo anhelando más a cada instante.
Sentí el baile, agitado y profundo, de Harry. «¿Te gusta?», preguntó. No me gustaba, me volvía loca estar entre los dos. «Así te ofreceré a otros hombres», dijo.
«Rápido, fuerte», le pedí. Comenzó a moverse con más potencia y grité. Aumentó su intensidad y mi placer creció hasta sentir que perdía completamente el control y de nuevo grité, gritamos ambos.
«¿A qué queréis jugar?», preguntó Lou. Sacó dos vibradores y me dio uno. Me excitaba estar junto a ella y frente a ellos, sin ningún tipo de pudor.
Subí la velocidad al 2. Necesitaba más. Mi cuerpo empezó a devolverme el placer que yo misma había buscado. Harry se colocó sobre mí y yo aumenté la velocidad del juguete. Los jadeos de Lou me estimulaban. Nunca había visto a dos personas hacer el amor, me enloquecía mirar cada gesto y escuchar cada gemido.
Harry estaba tan excitado como yo y no paraba de mirarme. Cuando su amigo acabó, le dijo: «Ofréceme a (Tuapodo)». No supe a qué se refería hasta que Tom me sentó sobre sus piernas.
Me recosté sobre él y abrí las piernas colocando los pies sobre la cama. Imaginar lo que pasaría, hizo que el ansia recorriera mi cuerpo anhelando más a cada instante.
Sentí el baile, agitado y profundo, de Harry. «¿Te gusta?», preguntó. No me gustaba, me volvía loca estar entre los dos. «Así te ofreceré a otros hombres», dijo.
«Rápido, fuerte», le pedí. Comenzó a moverse con más potencia y grité. Aumentó su intensidad y mi placer creció hasta sentir que perdía completamente el control y de nuevo grité, gritamos ambos.