Capitulo 43
Los maravillosos días juntos continúan y lo ocurrido esa noche se acaba convirtiendo en una anécdota más. Dedicamos los días a tomar el sol, a charlar y a disfrutar de nuestra compañía. Los mensajes de la tal Tay siguen llegando e intento no pensar en ellos. No debo. Niall también me manda mensajes a mí y Harry se abstiene de comentarlos.
Una de las mañanas nos vamos los cuatro de excursión a Tarifa, para ver las ruinas romanas de Baelo Claudia en Bolonia. Comemos allí en un precioso restaurante y, cuando vamos a pagar, nos encontramos con Louis, el amigo de Harry y otro amigo.
Nos saludan con afabilidad y juntos vamos todos a tomar un café a una terracita. Mientras tomamos café, me entero que Louis es un abogado inglés y que está de vacaciones por el sur. El otro amigo, un tal Stanley, es un viticultor francés. Durante un rato charlamos de lo primero que sale, pero soy consciente de las miradas que me lanza Louis de vez en cuando. Harry también se da cuenta y se acerca a mi oído.
—Louis se muere por probarte de nuevo.
—¿Y no te molesta saberlo?
Harry sonríe y me besa en el cuello.
—No. Es un buen amigo y sé que nunca haría nada sin mi permiso. Además, estoy deseando ofrecerte a él de nuevo, si tú quieres.
El calor se apodera de mi cara y me abanico, mientras Harry sonríe.
—¿Calor, pequeña?
—Sí.
Pasea las manos por mis muslos, con posesión, y veo que Louis nos observa. Harry, que está pendiente de todo, murmura:
—¿Quieres que vayamos a un hotel y te follemos?
—¡Harry!
—O mejor… ¿Qué tal si vamos a la playa y en el agua…?
—¡Harry!
—Sólo pensar en cómo abres la boca cuando jadeas ya me pone duro.
Divertido, quita las manos de mis piernas. Disfruta con sus provocaciones y yo me acaloro. Me abanico y Harry sonríe.
Tras los cafés, cuando nos vamos a despedir, oigo a Tom preguntar:
—Louis, Stanley, ¿os apetece venir a mi casa a cenar?
Aceptan inmediatamente y yo me acaloro más. Tras despedirnos de ellos y quedar a las nueve, Lou se me acerca mientras caminamos hacia el coche.
—¡Uoooo…! Esta noche tenemos fiestecita privada.
Durante todo el camino de vuelta, Harry no hace más que mirarme y sonreír. Y cuando llegamos a casa y nos duchamos me estimula, mientras me susurra al oído que esa noche me va a ofrecer. Tras la ducha, me pide que me vista para la cena con un vestido verde y unos zapatos de tacón que le gustan y me sugiere que no lleve ropa interior.
A las nueve, llegan Stanley y Louis. Siento cómo éste me mira y recorre mi cuerpo con sus ojos. Eso me inquieta, ya que sé por y para qué ha venido.
Tom nos hace la cena. Es un estupendo cocinero y los seis disfrutamos del asado de carne alrededor de la mesa. Durante la cena, Harry no me quita ojo y veo que sonríe al notar mis pezones duros como piedras marcarse bajo mi vestido. Está disfrutando de mi nerviosismo y eso me pone todavía más histérica.
Nada más acabar la cena, Harry se levanta impaciente, coge mi mano, una botella de champán y, tras mirar a Louis, murmura:
—Vayamos a por el postre.
Louis se limpia la boca con la servilleta, sonríe y se dirige hacia donde está Harry. Yo me quedo ojiplática.
Me dejo llevar por Harry de la mano. La dirección que lleva es la del cuarto azul con la cama redonda. En cuanto los tres entramos en la habitación, me suelta y dice:
—No te muevas.
Me paró en seco y veo cómo él se sienta en la cama. Pone tres copas sobre una mesita y las comienza a llenar. Comienzo a tener calor. Sobre la cama veo varios botes y… y… el vibrador. Ardo. Me fijo en las sábanas. Brillan. Parecen de plástico y en ese instante siento que Louis se me acerca y se queda detrás de mí. Harry coge una de las copas y comienza a beber.
—Maravilloso postre —dice, tras dar un trago—, ¿no crees, Louis?
En décimas de segundo, las manos de éste se posan sobre mi cintura y bajan por el contorno de mi trasero mientras Harry nos observa. Cuando llega a las cachas de mi culo las aprieta.
—Mmmmm… estupendo.
Me muevo enloquecida mientras ese hombre me sigue tocando sin decoro. Los ojos de Harry chispean de excitación cuando nota que mi movimiento facilita que Louis me acaricie. Durante unos minutos, se limita a tocarme por encima del vestido. Mis pezones duros se marcan en éste y él posa su boca sobre la tela. Juega con ellos hasta que Harry dice:
—Ven, (Tuapodo)… voy a desnudarte.
En décimas de segundo, el vestido cae a mis pies y quedo totalmente desnuda ante ellos. Louis se sienta junto a Harry en la cama.
—Tu mujer me encanta… Es tan sabrosa que deseo chuparla entera.
Harry sonríe con morbo, me da un cachete en el culo que me escuece y le indica a su amigo, mientras me acerca a él.
—Chúpala, es tu postre. Deseo ver cómo lo haces.
Escuchar eso hace que mi estómago se contraiga y entonces Louis, aún vestido, se tumba en la cama.
—Vamos, preciosa. Ven aquí. Arrodíllate frente a mi cara y dame tu coñito. Eres mi postre y te voy a comer entera.
Me subo a la cama y hago lo que me pide, avivada por lo que me dice y, en especial, por la posesiva mirada de Harry.
Sin dilación me agarra por los muslos y su boca se pasea, acelerada, por mi sexo. Lo lame. Lo chupa. Lo succiona. Lo restriega sobre su cara mientras siento que sus dientes me dan pequeños mordisquitos que me hacen jadear. Cierro los ojos. Estoy extasiada y mis caderas bailan sobre su boca, mientras mis pechos se mueven de un lado para el otro.
No veo a Harry. Está sentado detrás de mí y, debido a mi postura, no puedo ver su cara. Pero siento su mirada clavada en mi espalda y soy consciente de que nota cómo restriego mi vagina sobre la boca de su amigo en busca de mi placer. Aquel nuevo mundo que estoy descubriendo cada vez me gusta más y, a cada instante, su disfrute es superior al hecho de perder la vergüenza y buscar mi placer. Oigo algo que se rasga y presupongo que es un preservativo. De pronto siento que Harry me tira de las caderas y me pone a cuatro patas sobre su amigo. Louis junta mis pechos y se levanta para metérselos en la boca, mientras Harry pone la punta de su pene en mi húmeda vagina y poco a poco lo introduce.
Dos hombres. Uno encima y otro debajo. Estoy a su merced. Estoy tan excitada que noto cómo mis fluidos resbalan por mi pierna cuando oigo la voz de Harry:
—Sí… empapada para mí.
Las manos de Louis y las de Harry están en mi cintura. Cuatro manos me sujetan y grito al notar que son ellos quienes me mueven para empalarme en el pene de Harry una y otra vez. A cada grito mío, oigo sus resuellos.
Una y otra… y otra vez más, Harry me penetra mientras Louis empuja mis caderas hacia él, hasta que de pronto noto que algo duro y muy mojado intenta entrar por el mismo sitio por donde Harry me penetra. Me muevo y Harry susurra.
—Es un consolador, cariño. Tranquila. Algún día quiero que seamos dos los que te follemos por el mismo sitio.
Calor… calor y más calor.
¡Voy a explotar!
Harry continúa sus penetraciones, mientras Louis me chupa los pezones y, con una de sus manos, mete poco a poco el consolador junto al pene de Harry. Me dilato. Mi cuerpo y el interior de mi vagina se amoldan a la nueva intrusión y comienzo a disfrutar de ellos. Todo es morbo. Todo es caliente. Harry me da un nuevo azote y vuelve a penetrarme con fuerza. Yo grito y siento que voy a estallar. Louis saca el consolador, lo deja sobre la cama y murmura mientras abre mis muslos para Harry:
—Eres exquisita.
Harry detiene sus embestidas y coge el bote de lubricante que se encuentra a nuestro lado mientras Louis sigue diciendo cosas calientes frente a mi cara y me da azotitos en el trasero que me avivan.
—Ábrela —murmura Harry.
Louis me coge de las cachas del culo y tira de ellas para separarlas. En ese instante noto cómo Harry, con la yema de su dedo, aplica lubricante sobre mi ano. El líquido resbaladizo está templado y noto cómo lo introduce con su dedo. Lo mete… lo saca y vuelve a meterlo. Jadeo y me muevo inquieta. Nunca he practicado sexo anal y tengo miedo al dolor. Harry saca el dedo y vuelve a meterlo con otra buena porción de lubricante. Esta vez su dedo gira en circulitos en mi interior.
—Bien, cariño, bien… relájate. Lo estás haciendo muy bien —murmura Harry.
Gimo y me inclino hacia adelante. Mis pechos caen sobre Louis, que aprovecha para mordisquearme los pezones.
—Sí, preciosa… sí… danos tu precioso culito y te prometo que lo pasarás muy bien.
Noto que el dedo de Harry entra y sale cada vez mejor. Gustosa, muevo mi trasero en busca de aquel nuevo placer cuando siento que Harry introduce dos dedos. La presión que percibo es tremenda y arqueo la cintura en busca de alivio. Pero el dolor con dos dedos se me hace insoportable.
—Harry… Harry, duele.
Inmediatamente, con cuidado, saca los dedos y mete algo con forma de chupete, yo gimo al notar cómo mi carne se abre y se amolda a él. Abro la boca en busca de aire y, cuando siento que Harry me saca lo que me ha metido…, jadeo… jadeo… jadeo… Instantes después, Harry se acerca a mí y deposita un beso en mi nuca.
—Ya está, cariño. Por hoy no lo tocaré más.
Louis me suelta las cachas del culo y siento que vuelve a abrirme las piernas.
—Harry… vamos… haz que su pechos bamboleen sobre mí.
La penetración de Harry es profunda como a mí me gusta. De una embestida, se mete dentro de mí y yo grito. Mis pechos se mueven ante la cara de Louis y éste agarra uno y se lo mete en la boca para mordisquear mi pezón. Cuando lo suelta, me mira y, mientras me muevo por las embestidas de Harry, Louis susurra:
—Espero que Harry me deje probar algún día la estrechez de tu trasero. Tiene que ser maravilloso follártelo.
No sé qué decir. Sólo muevo mi cabeza mientras me mira y observo las ganas que tiene de penetrarme.
Louis no me besa. No se acerca a mi boca. Aún recuerda que Harry le indicó que mi boca es sólo de él. Pero me mira y siento su excitación mientras mi cuerpo salta sobre él ante las penetraciones de Harry.
Uno… dos… tres… diez.
Harry saquea mi cuerpo una y otra vez, hasta que se tensa y cae desplomado sobre mí. Yo caigo sobre Louis. El sudor de su frente me empapa la espalda y su boca me besa en la cintura. Sonrío al sentirlo bien y feliz. Después, saca su pene de mí, libera su cuerpo del mío y dice:
—Ahora tú…
Louis asiente, me echa a un lado, se desnuda y coge uno de los preservativos que hay sobre la cama. Con los dientes, lo rasga y se lo pone rápidamente. Harry me mira mientras su pecho sube y baja por el esfuerzo que acaba de hacer. Se quita el preservativo y lo deja a un lado.
—Túmbate sobre la cama, preciosa —murmura Louis.
Cuando lo hago, veo que ambos se levantan, Harry le cuchichea algo y Louis hace un gesto afirmativo. Después, ambos se suben sobre la cama y Harry coge la botella de champán.
—Junta las plantas de tus pies y flexiona las rodillas.
De nuevo mi húmedo, abierto y chorreante sexo queda ante ellos. Louis se agacha y pasea nuevamente su boca por él, mientras Harry me echa champán en el ombligo. Mi estómago se contrae y el champán cae descontrolado por él. Louis chupa el reguero de alcohol que llega hasta mi vulva y murmura:
—Mmmmmmm… Maravilloso. Más…
Harry vuelve a echarme champán. Esta vez sobre mi vulva y yo me arqueo, mientras Louis chupa y lame con avidez el frescor que el champán deja sobre mí.
—Mastúrbate para nosotros, (Tuapodo) —pide Harry, mientras me entrega un vibrador para el clítoris.
Vuelve a echarme champán en mi sexo y agradezco de nuevo el frescor, pero Louis lo seca rápidamente a lengüetazos. Enciendo el vibrador y lo pongo al uno sobre mi ya hinchado clítoris. Me muevo sofocada y lo subo al dos. Jadeo al notar cómo se abre la flor que hay en mí ante aquel runruneo y, cuando Harry lo pone al tres y Louis apoya sus manos en mis muslos para que no los cierre, el calor se apodera de mi cuerpo y despego el vibrador de mi clítoris mientras grito y alzo las caderas.
Louis deseoso de entrar en mi interior y, más tras lo que acabo de hacer, coge mis muslos y se los pone sobre sus hombros. Me penetra con cuidado. Yo grito y él vuelve a penetrarme, mientras Harry se acerca a mí por la cabecera de la cama, riega su pene con champán y me lo mete en la boca.
—Todo tuyo, pequeña.
Excitada por mi situación, jugueteo con el glande de Harry en mi boca. Dibujo círculos con la lengua alrededor de la corona y siento que reacciona. Su pene se ensancha y agranda mientras lo succiono, escucho a Harry gemir y Louis me penetra. Como tengo los brazos sueltos, llevo mis manos hasta sus testículos y los acaricio lentamente.
—Ahhh… —susurra.
Me llenan entre los dos.
Louis por mi vagina y Harry por mi boca hasta que siento que Harry se retira con su pene duro y erecto y observa cómo mi cuerpo se mueve ante las penetraciones de Louis.
—¡Dios, me voy a correr! —jadea éste.
Me coge por las caderas y me aprieta contra él. Eso me hace retorcerme y gemir. Mis pechos se bambolean delante de ellos, mi cuerpo se arquea y grito:
—¡Más!
Louis sale de mí y vuelve a entrar. Abro los ojos y miro a Harry que me observa a mi lado y siento la lujuria en sus ojos. Me gusta. Me excita. Louis da un grito de placer, se echa hacia atrás y se deja ir. Harry se sienta sobre la cama se pone un preservativo y me dice:
—(Tuapodo), ven… siéntate sobre mí.
Con las piernas temblorosas, me muevo y lo obedezco. Estoy dispuesta a que me penetren otra vez. Lo deseo. Su pene entra en mi ensanchada vagina y sin piedad alguna me aprieta contra él.
—Así… vamos, cariño, aráñame la espalda.
Jadeo… grito y lo araño. Durante unos minutos, Harry bambolea sus caderas en círculo y su pene se mueve dentro de mí al mismo tiempo que yo me estrujo contra él. Adoro esa sensación de plenitud.
—Harry…
—Dime, cariño… —susurra mientras me aprieta una y otra vez y me da la impresión de que me va a partir en dos.
—Me gusta… oh… sí… me gusta.
Asiente con los ojos encendidos.
—Lo sé, pequeña… lo sé.
Louis, colocado a nuestro lado, nos observa y, segundos después, se pone detrás de mí y me toca los pezones con sus dedos mientras Harry vuelve a apretarme contra su enorme erección.
—Hoy no, cariño… pero otro día te penetraremos los dos por la vagina.
Un espasmo me recorre el cuerpo. Grito… Jadeo.
Un chillido llama mi atención y de pronto veo a Lou sobre la cama. ¿Cuándo han entrado?
Está en la misma tesitura que yo. Pero ella está siendo penetrada por los dos hombres. Tom, su marido, la penetra por la vagina, mientras Stanley la penetra con holgura y fuerza por el ano. Nuestras miradas se encuentran y la carne se me pone de gallina. Ambas disfrutamos de lo que esos hombres nos hacen, mientras nos sentimos sus muñecas, sus juguetes y accedemos a sus caprichos.
Siento que un orgasmo devastador va a salir de mí… calor… calor… calor…
Mi vagina se contrae y succiona la enorme erección de Harry. Los dos gritamos. Yo me dejo ir, mientras Harry se bebe mi orgasmo.
Agotada, me quedo entre sus brazos y él me dice dulces y bonitas palabras de amor. Parece mentira que tengamos esa intimidad rodeados por otras personas. Pero sí. Ése es un momento totalmente íntimo entre él y yo.
Los maravillosos días juntos continúan y lo ocurrido esa noche se acaba convirtiendo en una anécdota más. Dedicamos los días a tomar el sol, a charlar y a disfrutar de nuestra compañía. Los mensajes de la tal Tay siguen llegando e intento no pensar en ellos. No debo. Niall también me manda mensajes a mí y Harry se abstiene de comentarlos.
Una de las mañanas nos vamos los cuatro de excursión a Tarifa, para ver las ruinas romanas de Baelo Claudia en Bolonia. Comemos allí en un precioso restaurante y, cuando vamos a pagar, nos encontramos con Louis, el amigo de Harry y otro amigo.
Nos saludan con afabilidad y juntos vamos todos a tomar un café a una terracita. Mientras tomamos café, me entero que Louis es un abogado inglés y que está de vacaciones por el sur. El otro amigo, un tal Stanley, es un viticultor francés. Durante un rato charlamos de lo primero que sale, pero soy consciente de las miradas que me lanza Louis de vez en cuando. Harry también se da cuenta y se acerca a mi oído.
—Louis se muere por probarte de nuevo.
—¿Y no te molesta saberlo?
Harry sonríe y me besa en el cuello.
—No. Es un buen amigo y sé que nunca haría nada sin mi permiso. Además, estoy deseando ofrecerte a él de nuevo, si tú quieres.
El calor se apodera de mi cara y me abanico, mientras Harry sonríe.
—¿Calor, pequeña?
—Sí.
Pasea las manos por mis muslos, con posesión, y veo que Louis nos observa. Harry, que está pendiente de todo, murmura:
—¿Quieres que vayamos a un hotel y te follemos?
—¡Harry!
—O mejor… ¿Qué tal si vamos a la playa y en el agua…?
—¡Harry!
—Sólo pensar en cómo abres la boca cuando jadeas ya me pone duro.
Divertido, quita las manos de mis piernas. Disfruta con sus provocaciones y yo me acaloro. Me abanico y Harry sonríe.
Tras los cafés, cuando nos vamos a despedir, oigo a Tom preguntar:
—Louis, Stanley, ¿os apetece venir a mi casa a cenar?
Aceptan inmediatamente y yo me acaloro más. Tras despedirnos de ellos y quedar a las nueve, Lou se me acerca mientras caminamos hacia el coche.
—¡Uoooo…! Esta noche tenemos fiestecita privada.
Durante todo el camino de vuelta, Harry no hace más que mirarme y sonreír. Y cuando llegamos a casa y nos duchamos me estimula, mientras me susurra al oído que esa noche me va a ofrecer. Tras la ducha, me pide que me vista para la cena con un vestido verde y unos zapatos de tacón que le gustan y me sugiere que no lleve ropa interior.
A las nueve, llegan Stanley y Louis. Siento cómo éste me mira y recorre mi cuerpo con sus ojos. Eso me inquieta, ya que sé por y para qué ha venido.
Tom nos hace la cena. Es un estupendo cocinero y los seis disfrutamos del asado de carne alrededor de la mesa. Durante la cena, Harry no me quita ojo y veo que sonríe al notar mis pezones duros como piedras marcarse bajo mi vestido. Está disfrutando de mi nerviosismo y eso me pone todavía más histérica.
Nada más acabar la cena, Harry se levanta impaciente, coge mi mano, una botella de champán y, tras mirar a Louis, murmura:
—Vayamos a por el postre.
Louis se limpia la boca con la servilleta, sonríe y se dirige hacia donde está Harry. Yo me quedo ojiplática.
Me dejo llevar por Harry de la mano. La dirección que lleva es la del cuarto azul con la cama redonda. En cuanto los tres entramos en la habitación, me suelta y dice:
—No te muevas.
Me paró en seco y veo cómo él se sienta en la cama. Pone tres copas sobre una mesita y las comienza a llenar. Comienzo a tener calor. Sobre la cama veo varios botes y… y… el vibrador. Ardo. Me fijo en las sábanas. Brillan. Parecen de plástico y en ese instante siento que Louis se me acerca y se queda detrás de mí. Harry coge una de las copas y comienza a beber.
—Maravilloso postre —dice, tras dar un trago—, ¿no crees, Louis?
En décimas de segundo, las manos de éste se posan sobre mi cintura y bajan por el contorno de mi trasero mientras Harry nos observa. Cuando llega a las cachas de mi culo las aprieta.
—Mmmmm… estupendo.
Me muevo enloquecida mientras ese hombre me sigue tocando sin decoro. Los ojos de Harry chispean de excitación cuando nota que mi movimiento facilita que Louis me acaricie. Durante unos minutos, se limita a tocarme por encima del vestido. Mis pezones duros se marcan en éste y él posa su boca sobre la tela. Juega con ellos hasta que Harry dice:
—Ven, (Tuapodo)… voy a desnudarte.
En décimas de segundo, el vestido cae a mis pies y quedo totalmente desnuda ante ellos. Louis se sienta junto a Harry en la cama.
—Tu mujer me encanta… Es tan sabrosa que deseo chuparla entera.
Harry sonríe con morbo, me da un cachete en el culo que me escuece y le indica a su amigo, mientras me acerca a él.
—Chúpala, es tu postre. Deseo ver cómo lo haces.
Escuchar eso hace que mi estómago se contraiga y entonces Louis, aún vestido, se tumba en la cama.
—Vamos, preciosa. Ven aquí. Arrodíllate frente a mi cara y dame tu coñito. Eres mi postre y te voy a comer entera.
Me subo a la cama y hago lo que me pide, avivada por lo que me dice y, en especial, por la posesiva mirada de Harry.
Sin dilación me agarra por los muslos y su boca se pasea, acelerada, por mi sexo. Lo lame. Lo chupa. Lo succiona. Lo restriega sobre su cara mientras siento que sus dientes me dan pequeños mordisquitos que me hacen jadear. Cierro los ojos. Estoy extasiada y mis caderas bailan sobre su boca, mientras mis pechos se mueven de un lado para el otro.
No veo a Harry. Está sentado detrás de mí y, debido a mi postura, no puedo ver su cara. Pero siento su mirada clavada en mi espalda y soy consciente de que nota cómo restriego mi vagina sobre la boca de su amigo en busca de mi placer. Aquel nuevo mundo que estoy descubriendo cada vez me gusta más y, a cada instante, su disfrute es superior al hecho de perder la vergüenza y buscar mi placer. Oigo algo que se rasga y presupongo que es un preservativo. De pronto siento que Harry me tira de las caderas y me pone a cuatro patas sobre su amigo. Louis junta mis pechos y se levanta para metérselos en la boca, mientras Harry pone la punta de su pene en mi húmeda vagina y poco a poco lo introduce.
Dos hombres. Uno encima y otro debajo. Estoy a su merced. Estoy tan excitada que noto cómo mis fluidos resbalan por mi pierna cuando oigo la voz de Harry:
—Sí… empapada para mí.
Las manos de Louis y las de Harry están en mi cintura. Cuatro manos me sujetan y grito al notar que son ellos quienes me mueven para empalarme en el pene de Harry una y otra vez. A cada grito mío, oigo sus resuellos.
Una y otra… y otra vez más, Harry me penetra mientras Louis empuja mis caderas hacia él, hasta que de pronto noto que algo duro y muy mojado intenta entrar por el mismo sitio por donde Harry me penetra. Me muevo y Harry susurra.
—Es un consolador, cariño. Tranquila. Algún día quiero que seamos dos los que te follemos por el mismo sitio.
Calor… calor y más calor.
¡Voy a explotar!
Harry continúa sus penetraciones, mientras Louis me chupa los pezones y, con una de sus manos, mete poco a poco el consolador junto al pene de Harry. Me dilato. Mi cuerpo y el interior de mi vagina se amoldan a la nueva intrusión y comienzo a disfrutar de ellos. Todo es morbo. Todo es caliente. Harry me da un nuevo azote y vuelve a penetrarme con fuerza. Yo grito y siento que voy a estallar. Louis saca el consolador, lo deja sobre la cama y murmura mientras abre mis muslos para Harry:
—Eres exquisita.
Harry detiene sus embestidas y coge el bote de lubricante que se encuentra a nuestro lado mientras Louis sigue diciendo cosas calientes frente a mi cara y me da azotitos en el trasero que me avivan.
—Ábrela —murmura Harry.
Louis me coge de las cachas del culo y tira de ellas para separarlas. En ese instante noto cómo Harry, con la yema de su dedo, aplica lubricante sobre mi ano. El líquido resbaladizo está templado y noto cómo lo introduce con su dedo. Lo mete… lo saca y vuelve a meterlo. Jadeo y me muevo inquieta. Nunca he practicado sexo anal y tengo miedo al dolor. Harry saca el dedo y vuelve a meterlo con otra buena porción de lubricante. Esta vez su dedo gira en circulitos en mi interior.
—Bien, cariño, bien… relájate. Lo estás haciendo muy bien —murmura Harry.
Gimo y me inclino hacia adelante. Mis pechos caen sobre Louis, que aprovecha para mordisquearme los pezones.
—Sí, preciosa… sí… danos tu precioso culito y te prometo que lo pasarás muy bien.
Noto que el dedo de Harry entra y sale cada vez mejor. Gustosa, muevo mi trasero en busca de aquel nuevo placer cuando siento que Harry introduce dos dedos. La presión que percibo es tremenda y arqueo la cintura en busca de alivio. Pero el dolor con dos dedos se me hace insoportable.
—Harry… Harry, duele.
Inmediatamente, con cuidado, saca los dedos y mete algo con forma de chupete, yo gimo al notar cómo mi carne se abre y se amolda a él. Abro la boca en busca de aire y, cuando siento que Harry me saca lo que me ha metido…, jadeo… jadeo… jadeo… Instantes después, Harry se acerca a mí y deposita un beso en mi nuca.
—Ya está, cariño. Por hoy no lo tocaré más.
Louis me suelta las cachas del culo y siento que vuelve a abrirme las piernas.
—Harry… vamos… haz que su pechos bamboleen sobre mí.
La penetración de Harry es profunda como a mí me gusta. De una embestida, se mete dentro de mí y yo grito. Mis pechos se mueven ante la cara de Louis y éste agarra uno y se lo mete en la boca para mordisquear mi pezón. Cuando lo suelta, me mira y, mientras me muevo por las embestidas de Harry, Louis susurra:
—Espero que Harry me deje probar algún día la estrechez de tu trasero. Tiene que ser maravilloso follártelo.
No sé qué decir. Sólo muevo mi cabeza mientras me mira y observo las ganas que tiene de penetrarme.
Louis no me besa. No se acerca a mi boca. Aún recuerda que Harry le indicó que mi boca es sólo de él. Pero me mira y siento su excitación mientras mi cuerpo salta sobre él ante las penetraciones de Harry.
Uno… dos… tres… diez.
Harry saquea mi cuerpo una y otra vez, hasta que se tensa y cae desplomado sobre mí. Yo caigo sobre Louis. El sudor de su frente me empapa la espalda y su boca me besa en la cintura. Sonrío al sentirlo bien y feliz. Después, saca su pene de mí, libera su cuerpo del mío y dice:
—Ahora tú…
Louis asiente, me echa a un lado, se desnuda y coge uno de los preservativos que hay sobre la cama. Con los dientes, lo rasga y se lo pone rápidamente. Harry me mira mientras su pecho sube y baja por el esfuerzo que acaba de hacer. Se quita el preservativo y lo deja a un lado.
—Túmbate sobre la cama, preciosa —murmura Louis.
Cuando lo hago, veo que ambos se levantan, Harry le cuchichea algo y Louis hace un gesto afirmativo. Después, ambos se suben sobre la cama y Harry coge la botella de champán.
—Junta las plantas de tus pies y flexiona las rodillas.
De nuevo mi húmedo, abierto y chorreante sexo queda ante ellos. Louis se agacha y pasea nuevamente su boca por él, mientras Harry me echa champán en el ombligo. Mi estómago se contrae y el champán cae descontrolado por él. Louis chupa el reguero de alcohol que llega hasta mi vulva y murmura:
—Mmmmmmm… Maravilloso. Más…
Harry vuelve a echarme champán. Esta vez sobre mi vulva y yo me arqueo, mientras Louis chupa y lame con avidez el frescor que el champán deja sobre mí.
—Mastúrbate para nosotros, (Tuapodo) —pide Harry, mientras me entrega un vibrador para el clítoris.
Vuelve a echarme champán en mi sexo y agradezco de nuevo el frescor, pero Louis lo seca rápidamente a lengüetazos. Enciendo el vibrador y lo pongo al uno sobre mi ya hinchado clítoris. Me muevo sofocada y lo subo al dos. Jadeo al notar cómo se abre la flor que hay en mí ante aquel runruneo y, cuando Harry lo pone al tres y Louis apoya sus manos en mis muslos para que no los cierre, el calor se apodera de mi cuerpo y despego el vibrador de mi clítoris mientras grito y alzo las caderas.
Louis deseoso de entrar en mi interior y, más tras lo que acabo de hacer, coge mis muslos y se los pone sobre sus hombros. Me penetra con cuidado. Yo grito y él vuelve a penetrarme, mientras Harry se acerca a mí por la cabecera de la cama, riega su pene con champán y me lo mete en la boca.
—Todo tuyo, pequeña.
Excitada por mi situación, jugueteo con el glande de Harry en mi boca. Dibujo círculos con la lengua alrededor de la corona y siento que reacciona. Su pene se ensancha y agranda mientras lo succiono, escucho a Harry gemir y Louis me penetra. Como tengo los brazos sueltos, llevo mis manos hasta sus testículos y los acaricio lentamente.
—Ahhh… —susurra.
Me llenan entre los dos.
Louis por mi vagina y Harry por mi boca hasta que siento que Harry se retira con su pene duro y erecto y observa cómo mi cuerpo se mueve ante las penetraciones de Louis.
—¡Dios, me voy a correr! —jadea éste.
Me coge por las caderas y me aprieta contra él. Eso me hace retorcerme y gemir. Mis pechos se bambolean delante de ellos, mi cuerpo se arquea y grito:
—¡Más!
Louis sale de mí y vuelve a entrar. Abro los ojos y miro a Harry que me observa a mi lado y siento la lujuria en sus ojos. Me gusta. Me excita. Louis da un grito de placer, se echa hacia atrás y se deja ir. Harry se sienta sobre la cama se pone un preservativo y me dice:
—(Tuapodo), ven… siéntate sobre mí.
Con las piernas temblorosas, me muevo y lo obedezco. Estoy dispuesta a que me penetren otra vez. Lo deseo. Su pene entra en mi ensanchada vagina y sin piedad alguna me aprieta contra él.
—Así… vamos, cariño, aráñame la espalda.
Jadeo… grito y lo araño. Durante unos minutos, Harry bambolea sus caderas en círculo y su pene se mueve dentro de mí al mismo tiempo que yo me estrujo contra él. Adoro esa sensación de plenitud.
—Harry…
—Dime, cariño… —susurra mientras me aprieta una y otra vez y me da la impresión de que me va a partir en dos.
—Me gusta… oh… sí… me gusta.
Asiente con los ojos encendidos.
—Lo sé, pequeña… lo sé.
Louis, colocado a nuestro lado, nos observa y, segundos después, se pone detrás de mí y me toca los pezones con sus dedos mientras Harry vuelve a apretarme contra su enorme erección.
—Hoy no, cariño… pero otro día te penetraremos los dos por la vagina.
Un espasmo me recorre el cuerpo. Grito… Jadeo.
Un chillido llama mi atención y de pronto veo a Lou sobre la cama. ¿Cuándo han entrado?
Está en la misma tesitura que yo. Pero ella está siendo penetrada por los dos hombres. Tom, su marido, la penetra por la vagina, mientras Stanley la penetra con holgura y fuerza por el ano. Nuestras miradas se encuentran y la carne se me pone de gallina. Ambas disfrutamos de lo que esos hombres nos hacen, mientras nos sentimos sus muñecas, sus juguetes y accedemos a sus caprichos.
Siento que un orgasmo devastador va a salir de mí… calor… calor… calor…
Mi vagina se contrae y succiona la enorme erección de Harry. Los dos gritamos. Yo me dejo ir, mientras Harry se bebe mi orgasmo.
Agotada, me quedo entre sus brazos y él me dice dulces y bonitas palabras de amor. Parece mentira que tengamos esa intimidad rodeados por otras personas. Pero sí. Ése es un momento totalmente íntimo entre él y yo.