Michael Buble cantaba Cry me a river. Bailamos a oscuras mientras Harry me besaba.
Sentí unas manos que me agarraban de la cintura y no eran las de mi amor.
«Suena nuestra canción, preciosa», escuché. Era Louis. Me sentí feliz porque él también estuviese allí. Le había echado de menos.
Durante unos momentos bailamos los tres como ya habíamos hecho antes una vez. Sentí las manos de los dos recorriendo mi cuerpo hasta que Harry me arrancó el tanga. «Aquí no lo necesitas», exclamó.
Louis me dio la vuelta y quedé desnuda frente a él. Comenzó a besarme. El cuello, las mejillas, la nariz… Al llegar a la zona prohibida, mis labios, frenó sus besos.
Harry me subió el vestido y, desnuda, sentí sus cuerpos que se apretaron contra el mío.
El cuarto oscuro empezó a llenarse de gente. Louis se alejó y de nuevo nos quedamos solos Harry y yo. «Quiero hacerte de todo. ¿Estás dispuesta?», me preguntó. De nuevo comenzó a describirme sus fantasías, todo lo que pensaba hacer conmigo aquella noche.
Comencé a excitarme al escuchar su voz. Sentí unas manos suaves alrededor de mi cintura y recordé que no estábamos precisamente solos.