«Me gustan tus botas», dijo. Me desnudé. «Póntelas de nuevo», me pidió. ¡Así que vamos a cabalgar!, pensé divertida.
Con las botas hasta mis muslos, me paseé desnuda por la habitación. «Bonito tatuaje», dijo Zayn.
Me colocó unos clamps en los pechos. «Tranquila, no dolerá.» Cogí las cuerdas y le pedí:
«Átame». De nuevo Almodóvar en acción y yo volvía a ser la protagonista.
Tumbada, me ató las manos y los pies, dejándome completamente expuesta a ambos. Zayn tiró de la cadenita y mis pechos reaccionaron endureciéndose al instante.
Sentí que introducía un juguete y me dediqué a disfrutar de lo que me hacía. Harry gozaba mirándonos. Después, se intercambiaron y fue él quien entró en mí, mientras su amigo disfrutaba de la visión de nuestro placer.
Zayn ordenaba y nosotros obedecíamos sus órdenes. Los tres formábamos un engranaje sexual, en el que cada pieza encajaba y cumplía su cometido perfectamente.
Me desataron y Zayn siguió ordenando. Me acerqué a él para que disfrutara de mí a su antojo.
«¿Te gusta ser nuestro juguete?», preguntó. Me encantaba… Sentir que iban a hacer conmigo lo que quisieran era mi mayor fuente de placer.
¿Estaría dispuesta a admitir en el grupo a algún amigo más?