Cita 10 “Primer Castigo”
«Abre tus piernas para mí, (Tuapodo).» Le obedecí y apoyé los tacones en la barra del taburete. No llevaba bragas. Harry puso sus manos en mis rodillas y las subió lentamente, deslizándolas por mis muslos.
«Me encantas», dijo.
Me inquietaba estar en un sitio lleno de gente, pero a la vez, saber que no estábamos solos me incitaba a dejarme llevar.
«Tranquila, todos han venido a hacer lo mismo», aclaró al sentir mi inquietud. Varios hombres nos observaban. «Todos te desean», dijo. Mi pulso comenzó a acelerarse sin control.
¿Qué habría tras aquella puerta? Me sonó a película. Eyes wide shut. A pesar de mi excitación, mis piernas no paraban de temblar en una mezcla de deseo y miedo.
Sus manos llegaron hasta mi interior. Gemí… Giró el taburete y me entregó a la mirada de aquellos hombres. El calor se apoderó de mí. Pude ver el ansia de poseer mi cuerpo en sus rostros. Harry abrió mis muslos, exponiéndome por entero a las miradas ajenas desbordadas de lujuria. Y yo me dejé hacer. «¿Te gustaría que te entregara a ellos?», preguntó.
Me besó, mientras metía los dedos en mi interior y comenzaba a moverlos con rapidez. Ellos me miraban. Sentí que me quemaba por dentro. Y cuando Harry supo que mi orgasmo estaba cerca, se detuvo. «Éste es tu primer castigo, por no hacer hoy nada de lo que te he propuesto.»
«Abre tus piernas para mí, (Tuapodo).» Le obedecí y apoyé los tacones en la barra del taburete. No llevaba bragas. Harry puso sus manos en mis rodillas y las subió lentamente, deslizándolas por mis muslos.
«Me encantas», dijo.
Me inquietaba estar en un sitio lleno de gente, pero a la vez, saber que no estábamos solos me incitaba a dejarme llevar.
«Tranquila, todos han venido a hacer lo mismo», aclaró al sentir mi inquietud. Varios hombres nos observaban. «Todos te desean», dijo. Mi pulso comenzó a acelerarse sin control.
¿Qué habría tras aquella puerta? Me sonó a película. Eyes wide shut. A pesar de mi excitación, mis piernas no paraban de temblar en una mezcla de deseo y miedo.
Sus manos llegaron hasta mi interior. Gemí… Giró el taburete y me entregó a la mirada de aquellos hombres. El calor se apoderó de mí. Pude ver el ansia de poseer mi cuerpo en sus rostros. Harry abrió mis muslos, exponiéndome por entero a las miradas ajenas desbordadas de lujuria. Y yo me dejé hacer. «¿Te gustaría que te entregara a ellos?», preguntó.
Me besó, mientras metía los dedos en mi interior y comenzaba a moverlos con rapidez. Ellos me miraban. Sentí que me quemaba por dentro. Y cuando Harry supo que mi orgasmo estaba cerca, se detuvo. «Éste es tu primer castigo, por no hacer hoy nada de lo que te he propuesto.»