Cita 24 “De Rodeo”
Subimos los tres a la cama. Mi boca se deleitaba con el sexo de Harry mientras Aimee me montaba como en un rodeo. Mi pelo eran las bridas, yo era su caballo y ella, mi jinete. ¡Mejor ser un caballo que una vaca!, pensé divertida dejándome llevar por el momento.
Harry me dio la vuelta y me tumbó sobre él, ofreciéndome a Aimee. Ofrecerme a otra persona se había convertido en algo habitual, aunque no por eso me resultaba menos placentero. Jadeé esperando que ella hundiera su lengua entre mis piernas.
Pero no se limitó a probarme, era el momento de probar nuevas experiencias. Pasó una pierna bajo la mía y nuestros sexos se encontraron. Comenzó a apretarse contra mí y sentí que mi cuerpo se electrizaba. Ardía. Sentí su calor rozando, tocando, chocando contra el mío y me dispuse a disfrutar de aquel regalo femenino.
Pero no era eso sólo lo que ella quería. Se separó de mí repentinamente y comenzó a hurgar en mi interior con otro juguete. Giraba y giraba dentro de mí, y yo comencé a revolverme de placer. Pero aún quería ir más allá y yo se lo permití.
Un juguete más pequeño me llenó por atrás. Harry apretó mis piernas una contra otra para que el placer fuera más intenso. Creí morir pero no fue así. Al contrario, sentía que estaba más viva que nunca.
Subimos los tres a la cama. Mi boca se deleitaba con el sexo de Harry mientras Aimee me montaba como en un rodeo. Mi pelo eran las bridas, yo era su caballo y ella, mi jinete. ¡Mejor ser un caballo que una vaca!, pensé divertida dejándome llevar por el momento.
Harry me dio la vuelta y me tumbó sobre él, ofreciéndome a Aimee. Ofrecerme a otra persona se había convertido en algo habitual, aunque no por eso me resultaba menos placentero. Jadeé esperando que ella hundiera su lengua entre mis piernas.
Pero no se limitó a probarme, era el momento de probar nuevas experiencias. Pasó una pierna bajo la mía y nuestros sexos se encontraron. Comenzó a apretarse contra mí y sentí que mi cuerpo se electrizaba. Ardía. Sentí su calor rozando, tocando, chocando contra el mío y me dispuse a disfrutar de aquel regalo femenino.
Pero no era eso sólo lo que ella quería. Se separó de mí repentinamente y comenzó a hurgar en mi interior con otro juguete. Giraba y giraba dentro de mí, y yo comencé a revolverme de placer. Pero aún quería ir más allá y yo se lo permití.
Un juguete más pequeño me llenó por atrás. Harry apretó mis piernas una contra otra para que el placer fuera más intenso. Creí morir pero no fue así. Al contrario, sentía que estaba más viva que nunca.